Biografía

Amparo Portilla Crespo, (Valencia, España, 26 de mayo de 1925-Madrid, España, 10 de mayo de 1996). Fue bautizada con el nombre María de los Desamparados en la Parroquia de San Juan y San Vicente de Valencia el 31 de mayo de 1925. Cinco años después de su muerte se abrió el proceso diocesano para su canonización, siendo declarada Venerable el 24 de abril de 2021.

Amparo cursó bachillerato en el colegio del Sagrado Corazón de Godella (Valencia) y estudió Magisterio y Puericultura.

Se casó en Valencia el 29 noviembre de 1950 con Federico Romero Pérez. Fruto del matrimonio nacieron 11 hijos.

Primeros años

Nació en Valencia (España) el 26 de mayo de 1925. La bautizaron en la parroquia de San Juan y San Vicente el 31 de mayo, imponiéndole los nombres de María de los Desamparados Julia Rosario Mercedes Carmen. Fueron sus padrinos sus abuelos Evaristo Crespo Azorín y Francisca Hueso Monzó.

Su padre, Alberto Portilla Hueso, nacido en Benimamet (pueblo cercano a Valencia), era capitán de ingenieros del ejército, y su madre, Amparo Crespo Baixauli, era natural de Valencia. Ambos habían contraído matrimonio un año antes. Tras esa primera hija nacieron María Julia (1929), Mercedes (1935) y Alberto (1937). .

Amparo comenzó a asistir al colegio del Sagrado Corazón de Godella el 1 de octubre de 1931. Allí recibió la Primera Comunión el 6 de mayo de 1932 de manos del obispo monseñor Lauzurica.

Amparo era una niña alegre, sencilla y piadosa, con gran rectitud interior, que según recuerdan sus compañeras trataba a todos con cariño, sabía comprender y ayudaba a los demás.

El 30 de diciembre de 1937, durante la Guerra Civil española, su padre falleció tras resultar herido en un bombardeo. Aunque Amparo solo tenía 12 años, ante este hecho tan doloroso, reaccionó rezando con fe, dando prueba de fortaleza y permaneciendo pendiente de su madre y de sus tres hermanos.

Concluida la guerra se reabrió el colegio y continuó con sus estudios. En 1939 recibió la confirmación de manos del arzobispo de Valencia, don Prudencio Melo.

El 25 de mayo de 1943 le imponen la medalla de hija de María. Escogiendo, para imprimir en esta, el lema “Aparta Madre de mí lo que me aparte de Ti”

El 30 de junio de 1944 aprueba el examen de Estado y termina el colegio.

Juventud

Tras finalizar el colegio, cursó en Valencia estudios de Magisterio y Puericultura. También realizó cursos en la Escuela de Artes y Oficios.

Durante varios años dirigió la catequesis de la parroquia de Santa Cruz, en aquel entonces una barriada humilde de Valencia, mostrando su predilección por los niños marginados por la pobreza.

Colaboró muchos años en Valencia, y luego en Madrid, con Biblioteca y Documentación, cuya misión era asesorar sobre la calidad literaria y moral de los libros que publicaban.

Matrimonio

A finales de 1947 conoció a Federico Romero paseando por la calle de la Paz de Valencia. Como Amparo vivía en Valencia y Federico en Madrid se escribieron innumerables cartas, las cuales se conservan en su totalidad. Estas nos proporcionan una constancia documental de cómo fue su relación durante el noviazgo. En ellas se ve cómo, poco a poco y suavemente, Amparo va conduciendo a su futuro esposo a una vida religiosa más profunda y a una moral plenamente de acuerdo con esta. Son continuas en las cartas sus referencias a Dios para que les ayude en las dificultades, poniendo su amor en sus manos y confiando en Él plenamente, sin que esto signifique jamás que ambos no se esfuercen para superarlas.

Contrajeron matrimonio el 29 de noviembre de 1950 en la iglesia de San Juan y San Vicente de Valencia y se fueron a vivir a Madrid.

De su amor nacieron 11 hijos: Federico (1951), María Asunción (1953), María Amparo (1954), María del Carmen (1955), Enrique (1956), María Nuria (1958), Santiago (1959), Miguel (1961), Luis (1962), María de los Ángeles (1963) y María de la Paz (1966).

Desde el momento en que tenia conocimiento de sus embarazos, Amparo ofrecía su hijo al Señor, rogándole que si no se iba a salvar cuando fuera adulto se lo llevara ya al Cielo. Pide para sus hijos en primer lugar la salvación, y solo después que sean sanos, listos y guapos. Decidió junto con su marido que fueran bautizados en los tres primeros días de su nacimiento. Por su gran devoción a la Virgen María, quiso que todas sus hijas llevaran por nombre el de una advocación mariana.

Vida cristiana y apostolado

Dedicada a su familia, fue una madre cariñosa, paciente y abnegada, trabajadora infatigable, siempre alegre y generosa, dando a los demás permanente ejemplo de profunda vida cristiana. Diariamente agradecía a Dios los dones que decía no merecer y ofrecía las adversidades por quienes estaban en peor situación.

Siempre manifestó una intensa preocupación por las necesidades de los demás, con especial amor hacia los más desprotegidos, los pobres, los enfermos y aquellos que vivían alejados de Dios, a los que, sin aceptar el pecado, defendía como personas, resaltando sus cualidades y disculpando los defectos. Nunca sintió rencor hacia nadie, aunque le hubieran perjudicado en algo, sino que perdonaba y se esmeraba con ellos dándoles más cariño. Constantemente procuraba acercar a Dios, con su palabra y su vida, a familiares, amigos y conocidos.

En 1953 el matrimonio se integra en la Obra Apostólica Familiar, posteriormente Movimiento Familiar Cristiano, cuyo objetivo era acercarse a Dios y hacer apostolado con esposos y novios a través de la gracia sacramental del matrimonio, llegando a ocupar en estas organizaciones cargos directivos.

En 1961 son nombrados miembros de la Primera Ponencia del II Congreso de la Familia Española, interviniendo activamente con el objeto de que este mantenga una orientación conforme con la doctrina católica.

En 1963 aparecen en tres ocasiones en diversos programas de Televisión Española (TVE) de carácter religioso, donde se trataron temas relacionados con el matrimonio y la educación de los hijos.

En 1965 sus hijos mayores y ellos dirigen un misterio del Rosario desde la catedral de Madrid en el programa de TVE “El Rosario en familia” del padre Peyton.

Enfermedad y muerte

El miércoles 2 de febrero de 1994 en el hospital Ramón y Cajal de Madrid se le realizó un TAC torácico. El diagnóstico fue cáncer de pulmón con metástasis.

Federico y Amparo se habían comprometido a que si alguno de los dos padecía algo grave se lo diría al otro para poder preparase espiritualmente. El jueves 3, Federico comunicó a su mujer el grave diagnóstico. Esa tarde estaba Amparo sentada en el cuarto de estar de su casa haciendo punto acompañada de su hija Nuria, y como quería hablar con ella a solas, Federico le pidió con discreción a su hija que saliera. Le explicó claramente el diagnóstico y, después de hablar ambos unos momentos, Amparo siguió haciendo punto tranquila, serena e incluso tarareando ‘La vie en rose”, Federico iba a ir a Misa de siete. Esos días Amparo ya se encontraba mal y no salía de casa, y le indicó a su marido que deseaba acompañarle a la iglesia, a lo cual este le respondió: “No vayas que no estás bien, ya es de noche y hace frío”. Sin embargo, ella contestó: “¿Cómo no voy a ir, después de lo que me acabo de enterar? He de ir a decirle a Dios que lo que Él quiera, como Él quiera, cuando Él quiera”.

El viernes 10 de mayo de 1996 a las 3:45 horas, tras dos años largos de enfermedad, operaciones quirúrgicas, quimioterapia y radioterapia. Rodeada de sus once hijos y su marido, mirando una imagen de la Virgen de los Desamparados entregó su alma a Dios, quedando en su cara una expresión de paz y una sonrisa en sus labios.

Está enterrada en la capilla del Santísimo de la cripta de la catedral de la Almudena de Madrid.

Fama de santidad

Cuando falleció muchos familiares y amigos pensaban que era una santa. Este sentir también se manifestó en muchas de las personas que acudieron al tanatorio y al posterior entierro, hasta el punto que le comenzaron a rezar a ella y no por ella. Amparo dejó en todas las personas que la conocieron el poso de su profunda y auténtica vida cristiana. Bastantes amigos y conocidos decían a la familia que habían vivido con una santa, que para ellos había sido un ejemplo real y próximo de cómo vivir una vida de santidad en medio del mundo. Así pues, les instaban a abrir un proceso de canonización. Estas afirmaciones y sugerencias se fueron repitiendo, espontáneamente, por parte de otras personas que no estaban guiadas por un afecto familiar.

Las palabras de quienes la trataron en aquellos últimos años de dura enfermedad, no dejan lugar a dudas sobre el hecho de que fue su profundo amor a Dios lo que le permitió hacer frente al dolor de su cuerpo con entereza y paz, negándose a sí misma y buscando a Jesús en los demás.

La fama de santidad de Amparo se ha ido extendiendo de forma ininterrumpida por muchos países del mundo, recibiéndose constantemente testimonios de devoción a ella y de favores concedidos a través de su intercesión.​

Proceso de Canonización

Por su fama de santidad entre las personas que la conocieron, el 23 de mayo de 1996, a los 13 días de fallecer, se iniciaron los trámites para preparar su proceso de canonización.

El lunes 17 de diciembre de 2001 el Cardenal Arzobispo de Madrid don Antonio María Rouco Valera abre el proceso de canonización en su fase diocesana. Esta se clausuró el sábado 1 de diciembre de 2004.

El lunes 11 de abril de 2005 se abrió la fase romana del proceso de canonización.

Declaración de Venerable

El 24 de abril de 2021 el papa Francisco autorizó la firma del Decreto de Virtudes heroicas de Amparo, declarándola Venerable.