Clausura

El 11 de diciembre de 2004, tuvo lugar en Madrid (España) la clausura del proceso de canonización-en su fase diocesana- de la sierva de Dios Amparo Portilla Crespo. Fue presidida por el cardenal arzobispo de Madrid D.Antonio Mª Rouco Varela.

Hemos concluido el proceso diocesano de Amparo Portilla Crespo en un tiempo rápido; hace 3 años que lo abrimos , lo cual significa que la memoria de la sierva de Dios, esta viva, y que cumplió su función apostólica como madre, mujer y esposa. Todo nos hace creer que este proceso va a seguir eficazmente adelante y pensar que en Roma van a tener la oportunidad de estudiarlo con una gran diligencia, con auténtica devoción.


El Señor permita por su providencia, que a través de la intercesión a la sierva de Dios, podamos ver un milagro; la curación de una enfermedad y que nos haga comprender claramente que estamos ante una persona que vive en la gloria de Dios, esta intercediendo por nosotros y pertenece a la familia de los bienaventurados.


Vamos a pedírselo aquí, y a confiárselo a la virgen de la Almudena y a la de los Desamparados. Pienso que la tramitación de la causa que tan diligentemente ha llevado el postulador, va a llegar a buen fin.


Estamos en una causa como las que el Santo Padre Juan Pablo II dice; promover la santidad de los hijos de la Iglesia que han vivido su condición de cristianos, su vida, como seglares, como miembros de una familia, padres y madres de familia. El Papa está poniendo mucho interés en promover causas de personas casadas. Esto es bueno y no solo por las circunstancias coyunturales actuales.


Estos días me preguntaban cómo dar al matrimonio eficacia como testimonio del evangelio, en una sociedad que hace propuestas que lo contradicen radicalmente. Ahora presentamos ante los ojos de la Iglesia, del mundo y de la sociedad, una vida llena; de una madre, una esposa, que cumplió su carrera en el mundo, el itinerario de su existencia a través de la historia y de su vida de una forma ¡tan bella, tan hermosa! donde el amor se une a la donación a los demás, la entrega mutua, el amor al otro, junto a la presencia de Dios y la cercanía de la Virgen; ¡Es de tal belleza, tan hermoso reflejo de la bondad y de identificación con la Cruz!


Estamos asistiendo a beatificaciones de madres y padres de familias cristianas, que ponen de manifiesto evangelio de la familia. Es una gran alegría y gozo interior. Cuando un pueblo o una sociedad no quiere tener hijos, la sociedad se vuelve sobre sí, en vez de ser donación de la vida y del amor al otro y a toda la humanidad, se vuelve egoísta y se hace una sociedad de muerte.


Amparo es una demostración palpable de que el proyecto de vida cristiana es posible. Se es santo porque se han vivido heroicamente las virtudes cristianas.


Ahora hay que esperar para que el Señor mande la señal clara, a través de una curación por medio de la intercesión de la sierva de Dios Amparo. Contamos con que ella haga algo en la fase romana.


La recordamos como quien ha sabido estar siempre en el corazón de Jesús.

Mons. Antonio Mª Rouco Varela

Cardenal Arzobispo de Madrid