LA ESCALERA ME PASÓ ROZANDO


Estábamos una mañana de sábado del mes de abril de 1997, mi marido, mis dos hijos y yo, haciendo arreglos y ordenando el garaje de la casa.


Estaba hablando con mi marido y a mis espaldas, apoyada, había una escalera de madera maciza, de unos tres metros de alta y con peldaños por los dos lados y que pesa mucho.


Mi hijo pequeño de seis años, jugando, sin querer, la empujó hacia delante y empezó a caer sobre mí. Mi marido, que estaba de frente, no tuvo tiempo de decir nada, solo vi su cara de espanto y oí un grito de mi hijo, y en eso pasó a mi lado la escalera casi rozándome y cayó con gran estruendo contra el suelo partiendo en pedazos unas cosas que había allí.


Nos quedamos los cuatro helados. Si cae unos centímetros mas cerca de mí, me hubiera partido la cabeza. Yo enseguida pensé que Amparo había velado por mí, que con su intercesión me había ayudado.


CARMEN R.

Albacete, 1997